domingo, 26 de junio de 2016

Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas

En 1987, la Asamblea General decidió establecer el día 26 de junio de cada año como el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, para dar una muestra de su determinación en fortalecer las actividades necesarias para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del abuso de drogas. La Asamblea tomó esa medida el 7 de diciembre de 1987 (resolución 42/112), de conformidad con la recomendación de la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas del 26 de junio de 1987.

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El final del primer siglo de fiscalización de drogas (que comenzó en Shanghái en 1909) coincidió con la terminación del decenio dedicado a la acción común para contrarrestar el problema mundial de las drogas (iniciado en 1998 por la Asamblea General en su período extraordinario de sesiones sobre las drogas). Estos aniversarios estimularon la reflexión sobre la eficacia y las limitaciones de las políticas sobre drogas. El examen culminó con la reafirmación de que las drogas ilícitas siguen planteando un peligro para la salud de la humanidad. Por ello, las drogas están, y deben seguir estando, controladas. Habida cuenta de ello, los Estados Miembros confirmaron su apoyo inequívoco a los convenios y convenciones de las Naciones Unidas que han establecido el sistema de fiscalización internacional de drogas.
La Asamblea General reconoció que, pese a los redoblados esfuerzos de la comunidad internacional, el problema mundial de las drogas seguía poniendo en grave peligro la salud y la seguridad pública y el bienestar de la humanidad, en particular de los niños y los jóvenes, y amenazando la seguridad nacional y la soberanía de los Estados, y que socavaba la estabilidad socioeconómica y política, así como el desarrollo sostenible. En la resolución se acogía con beneplácito la decisión de la Comisión de Estupefacientes de convocar una serie de sesiones de alto nivel durante su 52° período de sesiones, a fin de evaluar el progreso realizado desde 1998 en la consecución de los objetivos y las metas establecidos por la Asamblea General en su vigésimo período extraordinario de sesiones; determinar las prioridades futuras y los ámbitos en que se requiriesen medidas adicionales, así como las metas y los objetivos que habrían de fijarse en la lucha contra el problema mundial de las drogas después de 2009; y adoptar una declaración política y otras medidas de fomento de la cooperación internacional. La Asamblea alentó a la Comisión y a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito a que prosiguieran su labor de fiscalización internacional de drogas e instó a todos los gobiernos a que prestasen el máximo apoyo financiero y político posible a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, de manera que pudiera proseguir, ampliar y afianzar sus actividades operacionales y de cooperación técnica, en el marco de sus mandatos.
Reseña
El tráfico y el uso indebido de las drogas representan un gran obstáculo para el desarrollo. El consumo de drogas acarrea numerosos riesgos para la salud y la atención a los toxicómanos suele ser insuficiente.
Las dos principales agencias de la ONU encargadas de luchar contra el tráfico de drogas son:
* La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD)Disponible en inglés es el líder mundial en la lucha contras las drogas ilícitas y el crimen internacional. El mandato de laONUDD deriva de varias convenciones y resoluciones de la Asamblea General.
* La JIFE es el órgano de fiscalización independiente y cuasi judicial encargado de vigilar la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas.

Evolución del mercado de drogas
El cannabis sigue siendo la droga más consumida a escala mundial. Se cultiva en casi todos los países del mundo y se calcula que entre 130 y 190 millones de personas la fuman al menos una vez al año, si bien estos parámetros no son muy ilustrativos desde el punto de vista de la adicción.
Mientras que el mercado de los opiáceos y de la cocaína sigue disminuyendo, el consumo de drogas sintéticas está en aumento. Se estima que el número total de personas que consumen estimulantes de tipo anfetamínico - aproximádamente entre 30 y 40 millones - superará pronto al número de consumidores de opiáceos y cocaína juntos.
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Un soldado prepara la destrucción de un cultivo de adormideras. Foto ONU

Riesgos para la salud
El uso indebido de drogas es uno de los veinte principales factores de riesgo para la salud a nivel mundial y uno de los diez más importantes en los países desarrollados. Los problemas derivados del consumo de drogas se asocian con el riesgo, cada vez mayor, de que aparezcan otros problemas de salud como el VIH/SIDA, la hepatitis, la tuberculosis, el suicidio, la muerte por sobredosis y las enfermedades cardiovasculares.
En numerosas regiones, el consumo de drogas inyectables es una vía frecuente de transmisión delVIH/SIDA y de la hepatitis. Alrededor de 3 millones de consumidores de drogas inyectables son seropositivos. Dejando a un lado África Subsahariana, el 30% de los casos de infección de VIH se deben al consumo de drogas inyectables.
Riesgos para los jóvenes
Los adolescentes y los jóvenes son especialmente vulnerables al uso indebido de drogas. El consumo abusivo de drogas de este colectivo es incluso más de dos veces superior al de todo el resto de la población. En ocasiones se da una fuerta presión ejercida por las personas de su entorno que les incita a experimentar con drogas ilícitas, y a esto suele sumársele una autoestima baja. Además, por lo general, los jóvenes que consumen drogas no disponen de información, o no la suficiente, sobre los riesgos que ello entraña para su salud.
Atención a los toxicómanos
La atención a los toxicómanos es a menudo insuficiente, especialmente en los países en desarrollo. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito recomienda un tipo de atención centrado en la salud, no en la represión. Por tanto, el tratamiento de la toxicomanía debería incluirse dentro de los servicios sanitarios primarios.

jueves, 2 de junio de 2016

Dificultades para tratar la patología dual

La coexistencia de dos trastornos es habitual en salud mental Profesionales reclaman más recursos.
 
 
 
 
En España más de la mitad de  pacientes que acuden a los centros de salud con una enfermedad mental sufren al mismo tiempo un trastorno adictivo. Sucede con las personas  diagnosticadas de Esquizofrenia (70%-80%), con las que padecen trastorno bipolar (70%) y con las que sufren trastornos por ansiedad y depresión (30%). A la coexistencia simultánea o secuencial de un trastorno adictivo y de uno mental se le llama Patología Dual. En la mayoría de los casos  ocultan su dependencia a las sustancias, lo que dificulta un diagnóstico correcto.

A pesar de la elevada frecuencia de la patología dual, más del 90% de profesionales del sector sanitario considera que los recursos sanitarios dedicados a la atención de este tipo de  pacientes es "insuficiente". Al menos, es lo que se refleja en la primera encuesta nacional realizada en España sobre la disponibilidad de recursos específicos para el tratamiento de pacientes con patología dual, en la que han participado más de 650 profesionales sanitarios procedentes de 553 centros de 235 ciudades españolas, incluyendo todas las comunidades autónomas. Dicha encuesta se recogió en el primer Libro Blanco de Recursos y Necesidades Asistenciales en Patología Dual promovido por la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) y la Fundación de Patología Dual, y que se ha presentado la semana pasada en Madrid.

Para más de tres cuartas partes de profesionales encuestados, los recursos imprescindibles para pacientes serían los programas ambulatorios específicos, las unidades de desintoxicación y retirada de sustancias, los recursos ambulatorios intermedios y la existencia de unidades específicas de hospitalización.

"Existen en general dos redes asistenciales para una única persona enferma, que sufre de conductas adictivas y otros trastornos mentales, y que tiene dificultades para encontrar la puerta acertada. Esto ha dado lugar al llamado 'síndrome de la puerta equivocada'", explica el doctor Nestor Szerman, presidente de la SEPD que sostiene que desde la red de Salud Mental "no suelen existir estrategias específicas ni planes de acción para el tratamiento de este tipo de pacientes". Solo Asturias, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla-León, La Rioja, Murcia y País Vasco tienen integradas ambas redes asistenciales. En el resto de España la atención de  pacientes con esta dualidad está disociada.

"Las razones de esta disociación -explica Szerman- hay que buscarla en la creencia del origen social de estos trastornos, cuando no se disponía de los conocimientos actuales que aportan las neurociencias y que señalan factores y sustratos cerebrales comunes para ambas manifestaciones de la enfermedad mental". Es grave que haya dos redes con diferentes filosofías que trabajen de forma separada para tratar la misma patología y consideran "imprescindible" integrar todas las redes sanitarias públicas que tratan al enfermo mental.

El doctor Pablo Vega, vicepresidente de la SEPD, considera que dicha integración es la única vía para conseguir "mantener la continuidad asistencial, aumentar la consistencia de las actuaciones y mensajes, y lograr que el sistema funcione de forma eficiente". Las conclusiones del Libro Blanco aseguran que los equipos de  profesionales tienen un conocimiento escaso de los recursos específicos destinados a la patología dual que ya existen en las diferentes Comunidades Autónomas. Sugieren la creación de un registro nacional único sobre la red asistencial y los recursos para el abordaje de dicha enfermedad.

Las sustancias con mayor peso asistencial en pacientes con enfermedad mental han sido el alcohol y los opiáceos, que cada una ha acaparado el 30% del volumen asistencial, seguidas de la cocaína (21%) y el cannabis (14%), según los datos del Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD) de 2013. A estas habría que añadir, según la SEPD, el tabaco, que probablemente sea la sustancia adictiva más utilizada por los enfermos mentales; además de las adicciones comportamentales, como el juego patológico, que cursa casi en su totalidad con otros trastornos mentales.

Ansiolíticos: por qué se toman tanto (y deberían tomarse menos)

Las sustancias o medicinas a las que recurrimos para sentirnos mejor empiezan a ser un problema cuando se convierten en un sistema de vida e ignoramos las causas de los estados de ánimo
 
 
 
 
 
Las personas, en todas las épocas y en todas las culturas, han tomado substancias que tienen efectos sobre cómo se sienten. Para “sentirse mejor” o en algunos casos experimentar sensaciones novedosas. Alcohol, café, tabaco, etcétera, demuestran lo que es una tendencia muy arraigada: conseguir por la vía rápida esos efectos actuando directamente sobre el cuerpo, en vez de conseguirlos tomando la vida como un conjunto.
 
No es un problema si se trata de divertirse o estar algo más despierto. Sí lo es cuando se convierte en un sistema de vida, basado en ignorar que los estados de ánimo son efectos de nuestra mayor o menor satisfacción vital, de causas más profundas para estar contento o tranquilo.
 
Así, cuando la medicina moderna descubrió drogas particularmente eficaces para regular ciertos estados de ánimo, por un lado consiguió una importante contribución al tratamiento de algunos trastornos, en los que esos estados resultan difíciles de controlar y afectan de un modo importante a la capacidad de la persona para hacerles frente, incluso para poder seguir con su vida y actividades. Pero, por otro lado, abrió toda una serie de posibilidades para el mal uso de esos remedios.
 
El problema de pastillas como los ansiolíticos es precisamente que son eficaces y consiguen, a menudo, eliminar las sensaciones desagradables que acompañan a la angustia. Y eso, que en principio está muy bien, tiene sus inconvenientes.
 
En primer lugar, porque, como dijo Freud, la angustia es una señal, y como tal nos indica que hay alguna cuenta pendiente con nosotros mismos, con una situación vital o decisiones que esperan. Como señal que es, debe ser escuchada y atendida. Ya sólo por este motivo, los ansiolíticos no deberían ser nunca tomados como la solución única y completa a un problema, sino como un apoyo para afrontarlo, recurriendo a quienes nos puedan ayudar a hacerlo consciente y entenderlo mejor.
 
En segundo lugar, porque acostumbrarse a combatir la angustia sólo con pastillas hace que los recursos propios de la persona para enfrentarse a ella se debiliten (de la misma forma que quien se habitúa a los somníferos acaba perdiendo la capacidad natural para dormirse). Y eso produce una gran dependencia psicológica, además de la física – que también existe y es por sí misma peligrosa.
 
Pero lo que por nuestra parte destacaremos es que, al abusar de esa muleta para ir por la existencia, la persona, sin darse cuenta, puede volverse cada vez más cobarde, renunciando ya de antemano a enfrentarse a los retos de la vida sin una ayuda química. Este es el otro motivo por el que los ansiolíticos nunca deben tomarse confundiéndolos con una panacea y sin contar con el apoyo de un tratamiento que ayude a desarrollar las propias formas de sobreponerse a la angustia, que es un sentimiento existencial aunque sus manifestaciones sean en buena parte corporales.
 
Hay que escuchar el mensaje que la angustia contiene, no acallarlo del todo.

El nivel de adicción al móvil depende de esto

 
 
No sin mi smartphone. Los móviles tienen un valor cada vez más omnipresente en nuestra vida pero, ¿qué hace que unas personas se sientan más dependientes de su uso que otras? Lo cierto es que hasta ahora se han realizado pocas investigaciones acerca de la asociación entre nuestros hábitos de consumo tecnológicos y nuestras diferencias individuales.
 
 
Según el último estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Temple en Philadelphia (EE.UU.), los rasgos de la personalidad como la impulsividad, el neuroticismo o la falta de autocontrol serían los responsables de la adicción.
 
 
Para ellos, el equipo de investigación contó con la participación de un centenar de personas. A todas ellas se les ofreció una recompensa que iría aumentándose cuanto más tiempo tardaran en solicitarla (hasta un máximo de 1.000 dólares). También llevaron a cabo una prueba para medir su autocontrol y sus impulsos. El resultado de los datos reveló que las personas voluntarias del experimento que estaban más enganchadas a los móviles eran también las que aceptaban la recompensa inmediata a pesar de ser más pequeña -más impulsivas- y evidenciaban una falta de control sobre sus impulsos.
 
 
Demostraron que una mayor inversión de tiempo en dispositivos móviles estaba asociada así a una tendencia hacia el comportamiento impulsivo así como a conseguir gratificaciones inmediatas o, lo que es lo mismo, la incapacidad de evaluar adecuadamente el retraso de una recompensa. Esto explicaría por qué el colectivo de jóvenes  tiende a ser el sector de la sociedad más afectado por esta adicción al móvil, ya que se encuentran en una etapa en la que la personalidad está aún forjándose y la falta de autocontrol e impulsividad suelen ser un factor común.
 
El estudio ha sido publicado en la revista Psychonomic Bulletin & Review.